Arwen y Sandokan

Shalam malekum.

Sandokan y Arwen tienen el placer de invitaros formalmente a sus esponsales, que tendrán lugar mediante sagrada ceremonia, en un futuro muy próximo en el maravilloso castillo de Mompracem. Rogamos confirmación de asistencia, ya que la boda tendrá lugar tan pronto como todos los invitados hayan llegado.

Y siendo una boda del Gran Tigre Blanco y la Princesa Elfa, no dudéis en que los manajares y bebidas serán suficientes para saciar a toda la Guaranpía.

-Ama… digo maestra… ¿por qué andas tan refunfuñante?-pregunta la barbarita, mientras olisquea las cazuelas de las que emanan ricos y contundentes aromas que abren su apetito.-

-¿Refunfuñar? Yo no refunfuño jovencita, pero ¿a qué venia meter en mi cocina a este moro y al judío? Me entorpecen para cocinar, y el moro no hace más que lanzar indirectas sobre la impúdica vestimenta que llevas.-

-Ama, sabes que es necesario. Los árabes y judíos serán presencia en la boda y los propios novios adoran a Al-lah. Sabes que las leyes de su religión les prohíbe comer todo lo que no sea halal o kósher . Y tú no conoces esas leyes, así que tendrás que fiarte de lo que ellos te indiquen.-

-¿Fiarme? Ayer salieron corriendo cuando saqué unas costillitas de cerdo que pensaba adobar… ¡Me obligaron incluso a tirar la bandeja en la que las llevaba! Menos mal que no llegué a meterlas al horno, son capaces de hacernos tirarlo.-

-¿Ves, querida maestra? Sin su ayuda podríamos acabar sirviendo algo que arruinara la fiesta de la bella Arwen y el valiente guerrero Sandokan. Anda, dime en qué platos os habéis puesto de acuerdo.-

Sin dejar de refunfuñar –Hemos decidido empezar con un falafel de habas



junto con ensalada de remolacha



Seguido de una sopa castellana que dicen que en las tierras de la meseta ibérica tiene gran fama.



Después continuaremos con unos arenques a la naranja




-Ummm todo suena delicioso. ¿Y con qué carne nos deleitaréis?-

Pues con la único que nos hemos puesto de acuerdo es con cordero asado y cordero a la miel





-Maestra, todo suena delicioso. ¿Pensasteis en algún rico postre?-

Bueno, afortunadamente, ahí parece que no tienen demasiados problemas. Así que podremos disfrutar de frutas frescas y en almíbar, membrillos, dátiles, unos deliciosos pastelillos con miel y frutos secos y pestiños.



-Haces que se despierte mi apetito- destapando una bandeja y tomando una porción.-

Dándole un manotazo- pues tendrás que esperar como todos.
En cuanto a las bebidas, creo que mejor se encargue el dueño de la casa, pues el judío dice que el vino es bueno, y el otro que sólo para cocinar, y que si los efluvios del alcohol esto y aquello. Así que lo mejor es que nosotras, como mucho, nos encarguemos de que traigan nieve y de enterrarla para que no se derrita, y así cada un podrá beber lo que quiera y refrescarlo.
¡Deja de meter mano en mis guisos niña! ¡Y tú, adorador del desierto, deja de mirarla como si fuera un demonio o te daré un cucharonazo, y anda a vigilar el almíbar!-

- Mi señora, los invitados están llegando, y el señor todavía no está y ...

- No te preocupes por el señor, está ocupado en algo urgente. Pronto regresará.

- Pero mi señora... ¿no teméis que no regrese? ¿Que no quiera venir a la boda?

- Criada ingrata... si conociéras a vuestro amo mínimamente sabríais la estupidez que acabáis de decir. Debería castigaros por semejante tontería... Sandokan llegará cuando tenga que llegar. Y mientras tanto, yo atenderé a nuestros huespedes. Decidme, ¿quién ha venido ya?

- Mi señora, los primeros fueron una pareja. Después llegó un caballero cristiano de bella estampa y por último un bárbaro de ojos de fuego que...

- Calla, no digas más, ya sé quiénes son. Prepara los alojamientos más lujosos para ellos. Son invitados de honor, como el resto de los que llegarán. Mompracem va a parecer pequeño de tantos amigos como han confirmado asistencia...

- Pero mi señora, ¿no llorábais ayer algunas ausencias?

- Qué poco sabes de la vida, pequeña... Es de mal gusto entristecer a los invitados que acuden a una boda con lágrimas por los amigos que no pueden acudir. Mas en mis aposentos repaso esos nombres que tienen otras cosas importantes que atender, y les agradezco su bondad por escuchar nuestra invitación. Se les echará de menos, sin duda...

- Entonces, mi señora... ¿qué hago con los que llegan?

- Moza idiota, ¿no me has oído? Acomódalos pronto, que se sientan como en casa, y ayuda a preparar algunas viandas... Aún no ha llegado el ama, pero intentaremos contentar a los invitados hasta que ella llegue... Espero no se retrase mucho...

- ¿Y de beber? ¿Saco algo de las bodegas?

- No, empezad a servir lo que dejó preparado el señor. Nadie baja a las bodegas excepto mi amado.

- Pero... ¿será suficiente?

- ¿Crees acaso que el señor dejaría sin beber a sus invitados? Mejor ve a preparar las cosas y deja de preguntar tonterías. Y manda a tu hermana, necesito vestirme adecuadamente para saludar a nuestros invitados. Cuando se hayan acomodado en las habitaciones y se hayan refrescado, hazlos pasar al salón. Yo estaré en el jardín hasta entonces. ¡Vamos, corre!

-Vamos a ver si lo tengo todo: las habas peladas y en remojo desde ayer, la cebolla, el ajo y la cebolleta pelados, pimienta, cilantro, perejil picado, comino molido … A ver tú, Halal, muele el comino, tenía que haber estado ya hecho. Y tú Kosher, a picar perejil que te lo dije hace dos horas-

-Ama, ¿por qué le llamas así? Esos no son sus nombres.-

Lanzando un gruñido-Si te parece me aprendo esos nombres tan raros que tienen… Además, cuando les llamo así responden y no parece disgustarles, así que como Halal y Kosher se quedan. Bueno, vamos a ponernos a la tarea.-

- ¿Qué hacéis ahora?-

-Pues si estos dos terminan algún día- mirándoles con ojos de enfado- una vez tengamos peladita la cebolla, el ajo, la cebolleta y el perejil, los mezclamos con estas habas que estoy picando yo. Así, todo muy, muy fino picado. Bueno, pues lo juntamos todo y añadimos el comino, el cilantro, la sal y la pimienta. Lo mezclamos muy bien y con cuidado… pero con más brío malandrines (dios, es que no hago camino con ellos).

-No seas tan dura ama, yo creo que te ayudan con mucho afán-

-Más les vale o les caerá tal cucharonazo que les abriré la cabeza en cuartos. No me miréis así que sabéis que lo hago. Kosher, ve poniendo el aceite a calentar. Bueno, ahora vamos haciendo las bolitas con la masa. Y dime niña, ¿qué pasa en el salón? No oigo más que entrechocar de copas y voces-

-Sencillamente son los parabienes de los invitados. El novio ya llegó, y él y la novia se escaparon un rato… No diré más, que no soy yo la más adecuada para extrañarme de esas cosas. Y ahora los novios y los invitados lanzan brindis. Los caballeros se insinúan a las damas, hablando de su belleza, mientras las miradas se van a sus escotes, y las damas bajan la mirada con rubor, mientras una sonrisa les cruza el rostro. Y dime, ¿qué haréis con esas bolitas que amasas?-

- ¿Qué he de hacer? Pues freírlas en el aceite, si ese judío vago y torpe termina de calentarlo de una vez. Luego las reservaremos para servirlas con la ensalada. Dios, dame paciencia… Kosher, ¿desde cuándo calentar significa quemar?-

Arwen se despereza por la mañana temprano, y sabiendo que la fiesta duró hasta altas horas de la noche, procura no hacer ruido mientras sale hasta el jardín para pasear un rato. Fátima, la despistada criada, se le acerca para informarle de las últimas llegadas.

- Mi señora, los invitados llegan a pares, ya apenas tenemos habitaciones para todos.

- Pero Fátima, ¿qué dices? ¿Cómo que no quedan habitaciones? ¿Y todo el ala oeste, donde brilla el sol por la tarde y caldea los cuartos?

- Pero mi ama, es que si abrimos ese ala, tendremos que trabajar el doble y...

- Criada holgazana y vaga, ¡ve ahora mismo a preparar todos los reservados! Pues aún quedan varios invitados por llegar. A Valistar y D'Artagnan aún los esperamos. Y quién sabe si alguien más habrá venido de camino sin confirmar su presencia...

- Pero mi ama, eso va a ser terrible. Tendremos que hacer turnos para cocinar y para limpiar y...
- Te voy a sacar la pereza a golpes, Fátima, como no hagas ahora mismo lo que te he dicho. ¿O es que acaso pretendes hacinar a los invitados de tu señor?

- No, pero...

- Pues vamos, que no le tenga que contar lo que pretendías hacer. Y por favor, dile a los invitados que vayan despertándose que se celebrará un breve desayuno en el jardín, bajo aquél naranjo de allí. Sobre todo díselo a Ergoth, sé que ha llegado esta noche, y después de tantos años, extraño sobremanera a mi viejo amigo.

- Ah, mi señora, llegó también una tal Marina que decía ser amiga vuestra...

- ¿Marina al fin llegó? ¿Y no me has despertado? Algún día aprenderás los modales necesarios... Pero ahora déjala dormir, acompaña sólo a los que despierten del sueño de borrachera de anoche. ¡Vamos! ¡Corre!

Ay Ama, ¿y esa refrescante ensalada cuándo llegará?-

Cuando las remolachas que he estado limpiando y pelando, hayan cocido hasta estar tiernas. Después las cortaré en cuartos (como para dejarles la tarea a estos gaznápiros), y les añadiremos aceite de oliva, una cucharada de mostaza, vinagre y pimienta negra. Sigo oyendo copas chocando, ¿qué ocurre ahora ahí dentro?-

-Siguen llegando invitados y se brinda por ellos, y todos andan empeñados en descubrir donde guarda Sandokan sus bodega. Todos piensan que es su más preciado tesoro. Qué bobos. Sólo hay que mirar como sus brazos estrechan la más cimbreante de las cinturas, para darse cuenta que ninguna cerveza tuvo jamás sus atenciones así.-

- Ah, buen mozo ese Sandokan, aunque la elfita que se lleva es un pincel: bella, educada, gran dama… una señora de los pies a la cabeza, sí señor.-

-Sí Ama, y se la ve tan feliz. Sus ojos brillan con tal intensidad, que cualquiera pensaría que andan prendidos en ellos las estrellas del cielo- y un suspiro escapa del pecho de la barbarita.-

- ¿Qué te ronda en la cabeza niña? ¡Halal! ¿Limpiaste la rúcula y la menta como te ordené? Pues ya puedes ir picando y pelando esas nueces. Y tú judio no le mires así. Corta el queso de cabra en trozos del tamaño de las nueces. ¡Vamos!-

-No me ronda nada, Ama. Pero a veces me siento sola-

-¿Y qué esperabas? Nuestro destino es pasar por el mundo solas y marcharnos de él en silencio. ¡Vosotros! No se os olvide mezclar todos los ingredientes. Que no me entere yo de que os despistáis ni un momento-

Arwen sale de sus aposentos, toda vestida de blanco, con un cinturón de plata ciñéndole el talle. En su frente, una corona de oro blanco y diamantes, y en su cuello, una preciosa joya, regalo de bodas, y una fina cadena que se pierde entre el escote del vestido, sin revelar las formas del colgante. Se dirige hacia el jardín de Mompracem, donde tendrá lugar la ceremonia. Todos los invitados están ya esperando, vistiendo sus mejores galas. Sedas, drapeados y brillantes armaduras, joyas en los cuellos y los dedos de las damas, espadas en los cintos de ellos. Y al fondo, esperándola, Sandokan, su futuro marido.

Una lágrima escapa de sus ojos mientras avanza hacia él. Mucho tiempo ha esperado por este momento, muchas dificultades han sido vencidas, guerras, muerte, separaciones, para que ese día ambos puedan unirse en sagrado matrimonio.

Al llegar a su lado, Arwen levanta la vista, y pronuncia los votos que la unirán a él para siempre.

- Mi amor, desde el primer día en que vuestros ojos traspasaron mi alma en una taberna he sabido que os pertenecía. Que por derecho sería vuestra esposa. Que nada ni nadie podría truncar este destino. Que sería capaz de vencer a la muerte sólo para volver a vuestro lado. Que mi vida sólo tiene sentido a partir del día de hoy.

Pues, aunque ya lo sabéis, hoy lo repito ante todos nuestros amigos, esperando que mis palabras lleguen también a aquellos que no han podido acudir. Pues os amo, Sandokan. Como nunca mujer alguna amó antes a un hombre. Amo de vos todo, vuestro cariño y ardor, vuestras cicatrices, vuestras manos acariciando mis cabellos, vuestros ojos mirándome dulcemente. Amo cada segundo que paso a vuestro lado. Y amo cada segundo que pasaré, cada momento en que sea vuestra esposa. Amo cada uno de vuestros cabellos, cada recodo de vuestra piel. Amo vuestro corazón guerrero, vuestra valentía y honor. Amo el modo en que tenéis de defender a vuestro pueblo, de combatir la injusticia. Y amo el modo en que tenéis de amarme.

Por eso hoy quiero convertirme en vuestra esposa. Para siempre.

-Ama, ¿no se te ha ocurrido pensar que con esta sopa castellana que estás pensando servir, van a quedar todos los invitados con olor a ajo? Ya sabes que casi todos son de la nobleza y no quedará bien-

- Ay mi niña, ¿y por qué crees que en el anterior plato serví la ensalada con menta? Sus alientos habrán quedado refrescados. ¿No sabes que Mente era una hermosa ninfa, tan hermosa, que el propio dios del infierno se enamoró de ella, y su suegra se enteró y la golpeó hasta convertirla en esta olorosa planta que cura los alientos más pestilentes? No temas por los invitados. Bien, manos a la obra. Ya tenemos el ajo pelado y en láminas y el pan en rebanadas. El agua ya esta en la cazuela caliente y humeante.-

-Ama, qué hermosa historia, aunque también triste. Pobre Menta, aunque debió ser muy hermosa, pues realmente huele de maravilla. ¿Y qué haces ahora?-

- Poner en la cazuela de barro el aceite, dorar los ajos… doraditos. Ahora los saco y echo el pan, lo doramos un poco… y echamos el pimentón. Umm como huele… corre, Kosher, echa el agua caliente, mientras yo echo los ajos de nuevo y lo salo. Así… ahora a cocer a fuego lento… y cuando esté, echaremos unos huevos por encima para escalfarlos-