El último sueño

por **Atenodoro** 19/11/2008, 1:53 am

El último sueño

Mario nunca había sido un valiente, más bien un cobarde que prefería huir a combatir: prefería caer a estar en pie. Un despojo de la sociedad que sólo había servido para entregar su vida en nombre de su patria, la abanderada de la libertad, la nueva Atenas de su tiempo. Pero algo extraño había ocurrido aquella fría y helada mañana de Enero, se puso en pie como un soldado más y alzó su arma como un valiente. Gritó de júbilo, de rabia y luego bebió alcohol para reconfortar su cuerpo.

En aquellos momentos recordó a su madre. La muerte se la había llevado pronto de su lado y a él no le quedaba más consuelo que imaginarla siempre como un fugaz espíritu a su lado, cuanto la echaba de menos y cuanto deseaba verla otra vez. Estaban en la noche de la Epifanía pero los enemigos no respetaban tal día. Todos ellos adoraban a otro Dios. ¡Cuán equivocados estaban! Mario besó su cruz de madera, siempre pendiente de su cuello, se santiguó y cargó el primero de su compañía.

Mientras silbaban los proyectiles de los infieles, la veloz carrera emprendida por la compañía se empezaba a detener. Mario estaba solo, poco a poco se quedaba solo. Sus compañeros caían heridos o muertos, sin embargo él, poderoso como un héroe, marchaba al frente. Sabía que sería el primero en ver a los enemigos, sabía que sería el primero en partir sus cabezas, Mario sabía que una vez dentro de las filas enemigas moriría. ¿Pero por qué corría en busca de la muerte? Lo hacía porque nada le quedaba en el mundo, porqué aquella fría mañana se dio cuenta de que todo lo que le rodeaba era una farsa. Mario estaba convencido de que su vida no tenía sentido, a menos que lograse un honor que para él siempre había estado lejos. Mario deseaba la gloria.

Llegó a las filas del enemigo, eran demasiado morenos, demasiado fieros, eran muchos y él estaba sólo. Gritó con fuerzas el nombre de su madre, el mismo que el de la de su Dios y atacó. Y en aquél último acto de desesperación logró sus sueños aunque nunca más viese la luz del sol.